un blog mas

20080417

pirateandome nuevamente, un artículo q escribí hace un par d años para un amigo y su revista de cine q algún día saldrá. es sobre cine.


Michel Poiccard, Lazlo Kovacs

Lo vemos emerger desde detrás de un diario y decir “Il faut”. Algo “hay que hacer” y no lo sabemos pero pronto lo averiguaremos. Nos tomará aproximadamente tres medias horas saber a que se refiere este señor de traje y sombrero que comete el pecado de usar medias de seda con saco de tweed. Il faut. Tantas cosas puede significar y dicha tal cual, sin contexto alguno es apenas una gota de cualquier océano. Pero entonces nos vamos fabricando, gota a gota, imagen a imagen, un mar de contenido.
Tenemos a este Michel Poiccard diciéndonos esto y la pregunta inmediata es: ¿Quién carajo es este tipo? Y en los minutos siguientes ya nos vamos enterando que este tipo es pues apenas un ladrón de autos con cero de moral y cuya única voluntad en esta película y en su vida es coger de la mano a la hermosa Patricia y llevársela a Roma mientras canta en la carretera “Buenas noches mi amor...”. Es entonces que se nos va tornando imposible imaginar una vida fuera de los parámetros de esta película para nuestro héroe decadente. Michel Poiccard, igual que su admirado Humphrey Bogart es concebible solo en una pantalla de cine y sin embargo logra descaradamente hacernos creer que él puede existir con sus camisas y trajes impecables a pesar de no tener domicilio fijo conocido y dormir siempre en casa de amigos. Con el permiso de ellos o sin él.
El cinismo y la misoginia son las características que mejor lo definen. En un instante sabemos de quien se trata cuando usa a una dama como cómplice para, con absoluta frialdad robar un auto, y acto seguido se deshace de ella con una despedida irónica y burlona. Las mujeres son para Michel un medio, un instrumento para conseguir dinero, placer. Eso nos queda claro desde un inicio hasta que de repente, brotando de algún lugar de los Campos Elíseos se nos aparece esta pequeña de cabellos cortos y sonrisa infantil: Patricia Franccini. Indiferente, independiente, que no fría, confusa y confundida, simplemente le sigue la corriente a nuestro héroe hasta desesperarlo. A él y a nosotros.
La aspirante a periodista (la primera vez que la vemos vende periódicos en una peculiar ironía del ascenso laboral) representa un objeto de deseo para el caprichoso Poiccard, acostumbrado a usar a las mujeres a su antojo, amparado en el encanto personal y sus habilidades amatorias. Pero con Patricia no puede. Le frustra que ella no acepte irse con él a Roma de inmediato. El la quiere subyugada al máximo, siempre dispuesta a hacer lo que sea por él como hasta ahora ha sido siempre. Pero esto no va a suceder a pesar del evidente cariño que ella siente por él que la lleva a mentir a la policía aun a riesgo de ser expulsada del país. Michel es un decepcionado de las mujeres en general y es ella la única que puede hacerle cambiar de opinión con respecto a su género. Pero al final, lo que Michel llamaría seguramente “su lado femenino” la traiciona y presa de su debilidad lo termina por delatar. Pero no es miedo a la policía ni a inmigraciones que ella toma su decisión, sino miedo a este hombre y su determinación que la están terminando por conquistar y que hace peligrar la mediana estabilidad que hasta el momento había podido conseguir. Lo delata para sacárselo de encima, para finalmente poder continuar sin él pisándole los talones y acosándola aun cuando este acoso le guste tanto. Es por eso que una vez consumada la traición, ella le dice lo que ha hecho. Ella no quiere verlo preso ni muerto. Lo que ella quiere es que él se aleje; de ella, de París, de su vida. Pero inmediatamente se da cuenta que no va a ser tan sencillo pues Poiccard es todo contradicción. Nunca nadie sabe por donde va a salir en la siguiente oportunidad. En el fondo él esperaba esto, sabía que todo iba a terminar de esta manera y así lo quería. IL FAUT. Ahora se entiende. Cuando ya ve su plan culminado y listo para el desenlace tan deseado entonces se lo hace saber a todos. Se lo dice a Patricia como respuesta a la pregunta que le hacemos todos: ¿Por qué no partes Michel?, ¿Por qué no huyes de la policía que viene ahora por ti? Está cansado, está harto. Yo soy superior a ti, le dice y es como una declaración de principios. Luego cuenta su plan a Berruti, quien le ofrece huir en su auto, le ofrece su arma para defenderse. Está cansado de huir siempre, ya no quiere hacerlo más y está dispuesto a lo que sea con tal de dejar de hacerlo. El quería irse a Roma con Patricia, pero en el camino, debido a las circunstancias, hubo un cambio de planes y otras posibilidades se le pusieron delante; entre ellas la muerte y la cárcel. Ahora para él, cualquiera de ellas es válida.
Entonces esta es la historia de un hombre que huye constantemente. Esa es su habilidad, es bueno para huir, ese es su destino. Y todos en algún momento nos cansamos de nuestro destino y nos rebelamos. Lo conocemos en el mismo instante en que él decide su rebelión. Ya no quiere huir, este es el final de su huida (A bout de soufflé), el gran escape. Pero para Michel Poiccard no va a ser tan sencillo escapar, eso nos queda claro cuando uno tras otro los obstáculos se le presentan y tiene que ir superándolos. Una simple infracción de tránsito que termina en el asesinato de un policía, casi casual, fortuito. Un detalle tan banal como un simple cheque cruzado que lo obliga a quedarse en París lo necesario para que dos policías cómicos lo ubiquen tras una torpe pesquisa. Se rebela contra su fortuna y entonces esta fortuna le da la espalda, no más golpes de suerte para ti Michel. Esta es pues la última vez que huirás, porque es el final de tu vida.
Llega la policía y él huye casi por obligación, casi una farsa. Por eso la música casi de comedia cuando lo vemos tambalearse por la calzada, entre autos y herido de muerte. Uno no sabe si reírse o llorar. Incluso en la muerte es carismático y cínico. Cae finalmente al llegar a la esquina y cuatro pares de pies lo rodean. Aun no está muerto. Se burla de Patricia, se burla de nosotros. Aun moribundo soy superior a ti, Patricia. “Verdaderamente eres una basura”, le dice antes de cerrar él mismo sus propios ojos, porque él no necesita de nadie. Y entonces Patricia nos mira a los ojos, inexpresiva y nos interroga: ¿Qué es basura? Si alguien tiene la respuesta…

Entonces vemos que incluso en el mundo de la película él es también un personaje. Uno hasta diría que él sabe que Michel Poiccard sabe que está siendo filmado, que es un personaje de película. El ha creado su personaje y lo va a mantener hasta el final huyendo de la policía aun sabiendo que está herido de muerte y que no podrá hacerlo. Y quienes lo persiguen en esta huida son la policía y ella, Patricia, quien sigue sin entender porque no huyó cuando pudo hacerlo. Y busca una respuesta hasta el final sin conseguirla. O quizás sí. Patricia en la última escena repitiendo el gesto de Michel, pasándose el pulgar por los labios tres veces seguidas, es su capitulación, su aceptación de permanecer por siempre acompañada por este delincuente de poca monta. Ladrón de autos y casual asesino de un policía. Michel Poiccard o Lazlo Kovacs ya le dio su opinión sobre ella: Tu es vraiment une degolaisse. Eres verdaderamente una basura, un desperdicio. Eres mujer, no puedes evitarlo. Él se equivocó al creer que podía estar equivocado con respecto a las mujeres. Se equivocó y lo pagó con la vida, aunque se podría decir que lo hizo con gusto porque lo que él quiere es finalmente tener siempre la razón y al final la tuvo. No se puede confiar en una mujer, ni siquiera en una tan especial como Patricia Franchini. Godard dixit.

1 comment:

dEgaGepUnaise said...
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